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2/2/14

Malditos domingos que siempre sacan lo peor

02/02/14

Todo comenzó un domingo... Un maldito domingo... 

Nevaba, el cielo invitaba a quedarse en casa con una taza de café, un libro y la caja de recuerdos rotos. Pero hacía mucho que llevaba atormentándome, demasiado tiempo encerrada entre dudas, martirizándome por decisiones que aún no había tomado. Así que desoyendo toda lógica, retando al tiempo, me calcé las botas, me puse un jersey grueso y salí a la calle. Pronto sentí el helor calarme hasta los huesos, pero aún no me arrepentía. Caminaba cabizbaja, mirando las huellas que dejaban mis pies en el suelo. Quizás si que hay un destino que guía nuestros pasos, quizás hay una fuerza superior, un plan para cada uno de nosotros. Puede que en realidad, todo fuese fruto de la casualidad. Pero lo cierto es que cuando alcé la cabeza, y lo miré por primera vez, allí sentado, con un cigarrillo en la boca, con la mirada perdida, con una sonrisa mal disimulada, sentí que el mundo arrancaba a girar de nuevo, como si hubiese estado parado todo este tiempo, esperando a que yo me levantase de casa, me sacudiese el polvo y saliese de casa en busca de una razón para ser feliz. Yo lo miraba, no podía dejar de hacerlo, temía que si apartaba la vista, su cuerpo desaparecería, se esfumaría sin dejar rastro y yo no podía permitirlo.  Había encontrado mi motivo para levantarme cada mañana. Y sonreí, sonreí con la alegría de quién encuentra lo que ha estado buscando toda la vida. 
Alzó la vista y miró hacia donde yo estaba, quieta, como una estatua de nieve, allí, en mitad de la vía pública, las pocas personas que transitaban por la acera pasaban rápido rumbo a sus casas, huyendo del frío de la calle, y en cambio yo estaba quieta, entumecida a causa del aire congelado que parecía cortar, y recomfortada por  algo cálido que recorría cada milímetro de mi cuerpo y hacía que no quisiera mover ni un músculo, pero a pesar de todo él ni notó que estaba allí. Volvió a su cigarrillo. En cierto modo lo entiendo, cualquier cosa es más interesante que yo. Pero saberlo no evita que duela
Sacudí la cabeza tratando de deshechar cualquier idea, intentando apartarlo de mí antes de que me calase hondo, pero ya era tarde, lo único que conseguí fue quitar algunos copos de nieve que se habían enredado en mi pelo. Respiré hondo, y miré hacia el frente con decisión, di un paso, cerré los ojos con fuerza y suspiré. Cuando abrí de nuevo los ojos, lo busqué, pero ya no estaba. 



Volvía a casa con las mismas dudas, los mismos miedos, un nuevo recuerdo y unas ganas horribles de fumarme un cigarrillo. 

2 comentarios:

  1. No hay nada como una canción alegre para un domingo melancólico. No hay nada como una serie divertida para olvidarse del mundo, de los problemas, de las dudas, de los miedos.

    Aunque te duela hasta el alma no hay que caer en ese agujero de tristeza que nos empuja el domingo. Hay que elevarse por encima, mucho más arriba de los nubarrones y de la lluvia.

    Venga, sonríe, que nadie está mirando ;)

    Un besito

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  2. Hola nenii! Te entiendo a la perfección y cuando entraste por la puerta de tu casa, te maldecistes por haber sido tan tonta de pensar que tu.. pues óyeme bien si el deja escapar la oportunidad que le vaya bien chicos hay muchos y cuando te olvides de este lo veras un besitoo y animó♥

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