Tengo que fugarme y empezar a escribir mi historia. Pero si vuelves a preguntarme que a donde voy, tendré que quedarme. Mis ganas son muchas y mi valentía poca. Me lo estás poniendo muy difícil. Mi destino es incierto. Y esta vez, como todas las demás, no quiero marcharme. No me apetece volver a huir. Te voy a echar tanto de menos. Pero... tampoco me queda nada que hacer aquí, he cumplido todas las metas que me había propuesto. He superado mis miedos. Y ahora, tengo que hacer la maleta. Ya lo sospechabas... Soy tan predecible... Un libro abierto, al menos para ti. El mundo no gira a nuestro alrededor, y lo sabes. No me mires así. Además estoy muy segura de hacia donde me llevará el viento. Aunque ya tengo algunos planes. Empiezo a creer que todo sucede por una razón. Que realmente de todo lo malo se puede sacar algo bueno, por muy pequeño que sea.
Supongo que por eso escribo esta carta, y por eso te la escribo a ti, una carta para todos y para nadie. Como un pequeño aviso de que me voy, me marcho. Me abandono. Dejo todo lo que conocía para buscar nuevos retos. Para contar mi propio cuento. Cada día una página nueva. Algunos capítulos no me gustarán y no querré volver a leerlos. Otros serán tan maravillosos que no querré acabarlos. Estoy impaciente por empezar, aunque me da un poco de miedo.
Gracias, por todo.
Ana ɞelén.