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28/12/13

Roses

Por un amor que comienza otro se acaba. 

Otra escapada 'romántica' más. Que como todas las anteriores no tenía nada de romántica. Pero como siempre... Me daba igual. Nadie se imagina su cuento de hadas como una truculenta historia construida sobre los pilares de la mentira, la manipulación y los engaños. Nadie quiere vivir con un nudo permanente en la garganta y con la idea de que van a descubrir todos los secretos que han forjado el teatro de sus vidas... Nadie busca eso... yo en cambio no tengo ningún problema en hacer mías todas esas cosas... Aquel día iba más distraída que de costumbre, supongo que por eso no noté que había dos vasos en el fregadero, aquello podría haber sido una pista crucial, me hubiese evitado algunos problemas. Tampoco me percaté de que él no estaba tan sereno como de costumbre, parecía estar esperando algo... Por una vez no le dí importancia... Y así me salió la jugada...
Aquello era ya lo habitual, comprobar que no hubiese nadie en casa, correr todas las cortinas mientras yo subía a la habitación tratando de hacer el menor ruido posible. Después subía él, tranquilo como siempre (no le gustan las prisas y a mí tampoco), yo siempre me quitaba la ropa bajo su atenta mirada, se había convertido en una especie de ritual entre nosotros, pero aquel día lo hizo él. Me desabrochó lentamente los botones del pantalón, me levantó la camisa e incluso me besó el cuello. Sentí una ligera sensación de pudor, lo que era tan raro en mí que por un momento me hizo temblar, pensé que perdía el control de la situación... Nada me aterraba tanto.
Debí darme cuenta de que había algo distinto en su forma de hacer el amor, la cama se estremecía más que de costumbre bajo nuestros cuerpos, él estaba más apasionado que nunca y yo quería dar mucho más de mí, pero tenía una extraña sensación en el cuerpo que no me dejaba abandonarme como había hecho otras veces.
Agotados, echados sobre la cama, recobrando el aliento, esperando que el cuerpo recobrase su temperatura normal, oímos como la puerta de la calle daba un fuerte golpe.
Sonido de pisadas subiendo las escaleras, son tacones. Los pasos se acercan, se detienen. Dos golpes en la puerta. Se me hiela la sangre, se me para el corazón, se me seca la boca. Solo puedo pensar que hasta aquí ha llegado mi obra de teatro, el trágico final se acerca y yo he olvidado el maldito guión. El sonido de una hoja pasando bajo el marco de la puerta. Los pasos se alejan, serenos, tranquilos. La puerta vuelve a abrirse y se cierra esta vez sin apenas hacer ruido. Se escucha el motor de un coche, arranca, se marcha. Cada vez se oye menos. Desaparece. Se ha ido, sí, se ha ido para siempre. Aunque siempre es mucho tiempo. Al menos eso dice la nota.
Él no reacciona de ninguna manera, es como si no le sorprendiese. Yo creí que saldría corriendo tras ella, que se disculparía y que ese sería el fin de mi cuento. Pero en lugar de eso vuelve a recostarse a mi lado, me besa la frente, me dice que estoy helada, me echa la manta encima, coge el libro de la mesilla y empieza a leer... Como si nada.
Con mucho esfuerzo consigo hacer que mi cuerpo reaccione de nuevo, reúno las fuerzas que me quedan y empiezo a hablar.
-¿Y ahora qué?
-Podría regalarle rosas, veinticuatro rosas de despedida.
-¿Veinticuatro rosas? ¿Por qué veinticuatro?
-Una por cada vez que he acabado en la cama contigo-Dice, locuaz, como siempre ha sido y me sonríe.
Lo que más me sorprendió fue que llevase la cuenta de nuestros encuentros, yo no había tenido el valor de numerarlos por miedo a que el número me sobrepasase y fue entonces cuando caí en la cuenta.
Por fin lo entendí. Lo entendí todo. Él nos descubrió. No fue un error mío. Yo no cometo errores. Él sabía que ella llegaría antes de lo previsto, pero no me dijo nada. Lo había planeado... Pero, ¿Por qué? ¿Acaso quería que ella lo abandonase? ¿Quería estar conmigo?

Y ya que la lógica se había desvanecido y no quedaba ni un ápice de integridad en aquella habitación. Decidí que de perdidos al río. Me lancé en brazos de la locura, lejos de los frenos de mi carcelera, Realidad, y lo besé. Como siempre había querido besarlo y nunca había sido capaz de hacerlo. Lo besé con fragilidad, con ternura, con dulzura, con inocencia, con ligereza. Un beso cargado del amor simple, del amor del bueno.
Amor de verdad.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho!!
    Me encanta como escribes!
    Un besote!^^

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  2. Quizá se había tardado mucho para hacer que eso sucediera, 24 es un gran numero. Me gusta mucho este texto, sobre todo el final, que me recuerda a la persona que amo. Besos, y feliz año nuevo. (aunque un poco después del inicio de año :P)

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