Con la boca llena de promesas vanas, vacías, huecas, llena de verdades a medias de falsas esperanzas, de miedos camuflados, sin gusto por la vida. Con los oídos saturados de los gritos de fondo que hacen retumbar tu cabeza y un pitido frenético y sordo que no te deja oír nada. Con los ojos ciegos, deslumbrados por un brillo que lo eclipsa todo y no te deja ver más allá de tu nariz, están anclados en un pasado inerte. Tienes la nariz arrugada y solo eres capaz de oler la fragancia de aquel perfume que te ahoga y no te deja respirar. Tienes las manos tan frías y entumecidas que ya no sientes cuando alguien te acaricia. Lo has perdido todo, supéralo.
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