Lleva varias horas en el alfeizar de la ventana, se ha tomado dos cafés y este es su tercer cigarrillo, todavía no sabe como enfrentarse a sus miedos, está tan aterrada que ni siquiera lo ha pensado... Lleva tres horas repasando mentalmente la lista de la compra, está tan hecha polvo que no le importa el asqueroso sabor que le han dejado en la boca el café y el tabaco. No siente los dedos a causa del frío y le da igual, porque no quiere volver al mundo. La está matando el dolor que le está causando la realidad.
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